domingo, 21 de septiembre de 2014

Entrevista a Tokio Hotel para Der Spiegel




El cantante de Tokio Hotel, Bill Kaulitz, en el rodaje de Los Ángeles: “algo violado entre tantas lenguas”.

Bésame

Pop Ellos fueron las estrellas juveniles de un pueblo de Magdeburgo. Como megaestrellas se escaparon a Los Ángeles. Pero, ¿y qué es ahora de ellos?

Bill besa. Sujeto y predicado. Una frase fácil, pero esto es incluso complicado. “Nunca he besado a alguien delante de la cámara”, dijo Bill. “Soy realmente tímido”.

Primera escena del rodaje en Los Ángeles para grabar el vídeo del nuevo single de Tokio Hotel: Bill Kaulitz se sienta en medio del sofá, a la derecha una morena, a la izquierda una rubia, detrás de él una pelirroja y a su alrededor jóvenes guapos y medio desnudos. Todos ellos se estrechan de forma intensa y se besan.

Segunda escena: Bill pasa por el pasadizo, se pone entre dos chicas que se están besando y coge a una;  a su alrededor jóvenes guapos y medio desnudos. Todos ellos se estrechan de forma intensa y se besan.

Tercera escena: muy parecida.

Antes de la cuarta escena se sienta Bill en la silla de dirección y explica lo raro que fue el principio, y cuenta como fue este shock: una le hizo daño, había demasiadas lenguas y para él era como “una violación de lenguas”. Ahora se ha acostumbrado: “Los escrúpulos se han ido”. Bill lleva pantalones estrechos y tirantes. La parte de arriba de su cuerpo está desnuda.  Él está delante de una antigua piscina de hotel, sin agua, la piedra se desmorona y la pintura se descorcha; aquí se organizó un campeonato olímpico en 1932. Ahora la cuarta escena, las mujeres guapas y medio desnudas, se juntan en el suelo de la piscina, se estrechan las unas a las otras, Bill las observa y dice: “Un poco más de piel estaría bien, se tiene que ver también un par de pechos”. La canción de la que ha grabado el vídeo se llama „Love Who Loves You Back“ y „Love Who Loves You Back“ es el video con el que Tokio Hotel dice que todavía existen: la semana que viene sale su nuevo albúm “Kings of Suburbia”.

Ellos tienen ahora 25 años y son como veteranos. La nota de prensa de la discográfica califica a Tokio Hotel de valientes héroes, ya que saben muy bien que en este negocio no se permite desaparecer por más de cinco meses, y mucho menos cinco años. Para Tokio Hotel se utilizan otras leyes.  Antes ya habían conquistado el mundo. Ahora vienen con algo nuevo. Con música que es 100% Tokio Hotel y que han producido incluso ellos mismos.

Lo que llama la atención ahora es que Tokio Hotel no suena como Tokio Hotel. Tokio Hotel era una banda de pop rock, ahora en la mayoría de los casos es solo pop, sólo en inglés y de por medio una balada, en la que Tom está al piano y Bill sorprende con una voz más aguda. Por lo demás, más bien es electrónico, con estilo y bailable, una cultura de club internacional.

En una pausa del rodaje de “Love Who Loves You Back“ dice Bill que esta canción es para uno que no se toma el amor demasiado en serio. “A veces lo que se necesita no tiene que ser siempre el gran amor verdadero. A nadie le gusta estar solo. Escoge simplemente a alguien que también te quiera. Sin embargo, ¡yo creo en el amor verdadero!”.

Tokio Hotel son megaestrellas alemanas. Siete millones de discos vendidos por todo el mundo, en 68 países recibieron discos de platino y a su concierto en la Torre Eiffel en 2007 fueron 500.000 personas.  No es que en Alemania a Tokio Hotel sólo se les odie, pero parece que fueron un poco más odiados que queridos. Hace cuatro años que Bill y su hermano gemelo Tom se mudaron a Los Ángeles. “Una huida” lo llama Bill. “Simplemente nos largamos”. Ellos vivían por aquel entonces en una mansión en Hamburgo, “una preciosa cárcel”. Seguridad las 24 horas del día, una valla oscura y delante de la puerta había constantemente gente. Salían y   estaban sentadas la mayoría de veces detrás de una banda de protección, “como estar en el zoo”, gente por todas partes que los miraba embobados y les hacía fotos. Celebraron su 21 cumpleaños y al llegar a casa: la ropa interior estaba revuelta y las fotos también…“ Me sentía como violado”, dice Bill. “La casa me resultaba tan extraña”, dice Tom. Después de la irrupción no durmieron ninguna noche más en la mansión, durante cuatro semanas permanecieron en el Grand Hotel Heiligendamm y volaron en un avión privado hacía Los Ángeles.

Ellos querían hacer un parón para descansar de los medios de comunicación, de los reporteros que escribían cosas de Bill como que tenía “las mejillas hundidas”, “las joyas de oro suenan en su pecho de gallina”, “el tatuaje de su brazo en forma de hilo sobresale de su chaqueta de cuero” o “el quepis (gorro) que lleva en su cara llena de piercings”. Y de Tom escribían: “al menos sonríe felizmente desde su ropa holgada y también tiene más marcados los músculos de las costillas”.

Por eso siempre que sale un artículo sobre Tokio Hotel aparecen palabras como “aliens”, “excéntricos”, “ser andrógino” o “mangas”. Y una y otra vez: ¿Bill es gay? ¿Es anoréxico? A menudo hace que su aspecto de estrella sea el de una megaestrella. Lady Gaga y Madonna se hacían la raya como niñas buenas en las fotos de pequeñas o llevaban diademas, eran más dulces y tenían una mirada inocente. Las figuras artificiales llegaron más adelante. Tokio Hotel no tuvo que pasar por eso. Ellos parecían ya estrellas, por entonces vivían en Loitsche, de 700 habitantes, cerca de Magdeburgo.

Con nueve años Bill se tintó el pelo y se pintaba los ojos de negro y Tom llevaba rastas. Los compañeros se volvían para quejarse al profesor: no venga a clase. Cuando la gente no hablaba de él era peor que cuando lo hacían, dijo Bill hace unos años en un documental.

En primaria los hermanos escribieron su primera canción, actuaban en las fiestas de la ciudad y se llamaban Black Question Mark. Más tarde vino Gustav, el batería, y Georg, el bajista, y se cambiaron el nombre por el de Devilish porque un periódico los había elogiado por su diabólico buen sonido de guitarra. Bill lo intentó en un programa de televisión “Star Search”, lo echaron pronto, pero un productor asistió a una actuación de la banda en Gröninger Bad y dos años después firmaron el contrato discográfico con Universal. Bravo los hizo grandes y el New York Times se hizo eco. Su primer single se llamó “Durch den Monsun” que primero tuvo éxito en Europa y luego en Norteamérica, allí un periodista los comparó con Nena y los Beatles. El grupo ganó un premio detrás de otro y cuando brindaron por ello, todavía se puede echar un vistazo a su canal en YouTube, dijeron: “por mí”.

Con 18 años, también se puede ver el vídeo, Bill sabía que no podía hacer cosas como ir al supermercado. Mientras que estaba de viaje en América fue allí junto a su equipo. El equipo grabó cómo Bill corría por los pasillos buscando ambientadores y papel higiénico para el baño, compraba dulces y no entendía por qué tenía que pasar las cosas por el escáner él mismo para pagar: “ Hey gente, ¡esto es revolucionario! ¿Ninguna cajera que te toque los huevos? ¡Qué guay es esto!”.

Cómo adolescentes que se convirtieron en estrellas, no fueron nunca como las típicas estrellas adolescentes. Ellos no eran ninguna marioneta, no como Britney Spears que se rapó el pelo para decir: “Hola, ¡soy libre!” Ellos tenían su propio sonido. Su imagen y sus letras: siempre tan revolucionarias; “nos escapamos”.  Un claro perfil (excéntrico), unos claros fans (ya niños que les gusta el pop), un claro mensaje (sé tú mismo, vive cada momento  y vive tu sueño): un éxito incontable.

Y ahora, ¿cómo han evolucionado lejos de Alemania? ¿Han crecido? Dos días después del  rodaje del vídeo dieron una entrevista, la primera después de mucho tiempo.  El punto de encuentro: SoHo House, un exclusivo Club en Sanset Boulebard, en WestHollywood. Bill y Tom son miembros en todos los SoHo Club por todo el mundo y cuesta al año: 1400 dólares. Los que son mayores de 27 pagan 2800 dóllares.

“Me gusta ser miembro del club porque simplemente se está tranquilo”, dice Tom.

“Me gusta que aquí no se puedan hacer fotos: llegas a un aparcamiento subterráneo y subes directamente, no tienes que pasar por la calle. Te puedes esconder bien”, dice Bill.

“Ahora empezar de nuevo con Tokio Hotel es guay”, dice Gustav. “Te sientes como si hubiera sido ayer la última vez”, dice Georg. Ellos beben té helado.

Ya no parecen los mismos: tenían como un ranking de peculiaridad. Georg (pantalones negros y camiseta blanca), Gustav (pantalones piratas vaqueros), Tom (pantalones anchos y sudadera blanca agujereada) y Bill (todo de beige: plataformas de Buffalos, pantalones de campana arrugados en color beige, una camiseta agujereada y ceñida y con tirantes).

Sobre todo Bill y Tom son los que hablan, Tom dice “el lema de Tom”, la mayoría de veces  algo adolescente, y los demás se ríen: “Yo podría imaginarme siendo creativo en otras cosas: ser una estrella del porno, donde se puede pintar un poco con otro pincel”.

Cuando ellos se refugiaron en Los Ángeles, dice Bill, no podía escuchar más el nombre de Tokio Hotel: “Habíamos perdido las ganas, estábamos tan destrozados, no tuvimos que decir nada más. Yo sabía que no daríamos ningún paso porque el siguiente álbum sería una mierda”.

¿Se hubiera hecho con la banda? “Yo creo que lo habríamos hecho mal, era demasiado arriesgado. No quería un álbum que solamente estuviera bien. Era mejor un parón y luego sería mucho mejor. La mayoría no nos lo aconsejaban, ellos creían que era un suicidio en nuestra carrera. Y nos dio igual”.

Ellos querían simplemente vivir: amueblaron la casa, compraron macetas y llenaron hasta arriba solo el frigorífico, se fueron a la playa, pasearon con los perros, cogieron un café de Starbucks y fueron al cine. En Alemania ir al cine consistía en lo siguiente, cuenta Bill: “Llamé a mis asistentes, que entonces era la seguridad, y lo planearon todo”. Cuando yo quería ver una película, teníamos que alquilar el cine. Las cosas más pequeñas eran algo enorme”.

En su 20 cumpleaños alquilaron el Heide Park en Soltau y montaron de montaña rusa en montaña rusa.  Ahora por su 25 cumpleaños, a principios de septiembre, estuvieron durante un día y medio con amigos en Palm Springs: Bill había buscado en internet el hotel, de cinco estrellas, con spa, y lo reservó a su nombre.

Sin embargo, esta nueva vida también fue extraña: cuando Bill necesitó un número de la seguridad social estuvo esperando en una larga cola: “¿Tengo ahora que esperar por todo? ¿No puede hacerlo mi asistente?”

Él se “conectó” ahora, dice Tom. Él tiene ahora conocidos con los que se reúne por la tarde y bebe. Esto no pasaba antes. Sin embargo, dice Tom, es un poco raro en cuanto a relacionarse con otras personas. Él y Bill no podían simplemente hablar entre ellos, eso es lo que hacían, ya que estaban protegidos y nunca lo aprendieron.

Cuando quedábamos con gente nueva, la mayoría de veces estábamos allí sin decir nada. “¿Y qué hacéis vosotros? “Música”. Todos tenían que sonsacarles las cosas, dice Bill, “todos pensaban que éramos muy raros”.

En esta “nueva vida” se encontró en algún momento con la música nueva. Ya no es la música de una banda alemana que se mudó a Los Ángeles. Es la música de los músicos que viven en Los Ángeles. La inspiración, dice Bill, era la “vida nocturna”, la vida de salir, de ser libre, lo que es importante para uno, lo que tiene significado y lo que no, es este sentimiento: “Hacemos lo que queremos”.

Ellos salieron mucho de fiesta, quizás demasiado, ya que podían hacerlo por primera vez. “Nadie me reconoce”, dice Bill, “yo puedo ir a los clubs, también caerme, salir completamente borracho, sin miedo de que alguien me haga una foto”.

Sus sesiones de estudio eran la mitad de las fiestas: una casa en Hollywood Hills, allí continuaban de fiesta y al mismo tiempo hacían música, a menudo “hecho polvo” y a veces borracho, hasta que el sol salía.

No me he sentido nunca tan libre, dice Bill, como me siento en Los Angeles: “Esto es lo máximo, hoy en día me siento mucho más libre, a no ser que me fuera a la India.” Tom: “Sí, tenemos que hacerlo todavía.” Bill: “Sólo con una mochila.” Tom: “Yo vendería antes todo lo que tengo”. Tom: “Eso sería una verdadera aventura”. Tom: “Sería completamente diferente, algo que todavía no he vivido. Tampoco quiero llevar demasiado dinero, ya que me conozco y luego reservaría solo un hotel y desperdiciaría la verdadera experiencia”.

Sin embargo, un plan concreto que tendrá que esperar. A principios de octubre aparecerán de nuevo en Alemania  en el programa “Wetten, dass…?”. La pregunta es si ellos todavía quieren.


Gracias a Tokio Hotel Spain

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